Monk es tremendamente bueno en su trabajo, tiene un maravillosa memoria fotográfica, además de una increíble habilidad de conseguir que las pistas encajen. Por eso, Monk trabaja como detective privado y asesor de la Policía, que recurre a él cuando tiene un caso complicado. Y mientras, Adrian, suma puntos para una posible readmisión. Una readmisión que espero que nunca llegue, porque, obviamente eso sería el fin de la serie.
Además de Sherlock y Watson (Monk y Sharona), están el capitán Stottlemeyer y el detective Disher, paradigmas del poli torpe. Y a partir de la 3ª temporada, Sharona, que era madre divorciada, se vuelve a casar con su ex-marido y se marcha a New Jersey, con lo que Monk ha de contratar a una nueva asistente, una viuda madre de una niña, que entenderá bien lo que supone para el protagonista la pérdida de su mujer.
Los casos de la serie no son grandes misterios, en ocasiones incluso se sabe de antemano quién es el asesino, pero no importa, porque lo interesante no es la meta de descubrir al asesino, sino qué hará Monk para descubrirlo y qué fobia le atacará esta vez. Es capaz de levantarse en mitad de la noche a pasar la aspiradora o limpiar el baño, todo ha de estar recto e igualado (no es aceptable que haya dos vasos y uno tenga más líquido que otro), los alimentos separados en platos para que no se toquen, sólo bebe agua embotellada y de una marca concreta, después de dar la mano a alguien usa una toallita para limpiarse, tiene un movimiento de hombros peculiar cuando algo no cuadra, tiene fobia a la leche, va impoluto, por supuesto… en fin, hay puntos realmente tronchantes, pero lo mejor es que lo veais por vosotros mismos, no quiero destriparos los capítulos. Su frase: “Es una bendición… y un castigo”.
1 comentario:
Nunca me interesé completamente en la serie, la veía de a saltos, pero sí es recomendada, por algo es!
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